El triclosán, cuya fórmula es 2,4,4′-tricloro-2′-hidroxidifenil éter, un producto químico presente en la mayoría de los productos antibacterianos que nos rodean. Se desarrolló inicialmente para prevenir infecciones bacterianas en los hospitales, aunque su uso se ha extendido tanto que ya está presente en jabones, desodorantes, enjuagues bucales o pastas de dientes. También se encuentra en ropa de cama, alfombras, juguetes y bolsas de basura.
Este producto ya ha sido detectado en aguas fluviales (no se elimina en depuradoras), organismos acuáticos, orina humana, sangre e incluso leche materna.
El triclosán actúa traspasando la membrana citoplásmica bacteriana e interfieriendo su metabolismo lipídico. En las dosis de uso normales actúa como un biocida, y en dosis menores tiene efecto bacteriostático.
Se ha comprobado científicamente que afecta a la capacidad de contracción de las células del músculo cardíaco actuando como un potente depresor cardíaco. Además se ha relacionado con otros efectos como la interrupción de la actividad de la hormona reproductiva y la señalización celular en el cerebro.
Debido a la sobreexposición a éste producto existe un temor fundado de que el triclosán contribuya a la proliferación de bacterias resistentes a los antibióticos y biocidas.
Referencias:
- http://www.abc.es/20120813/sociedad/abci-jabon-triclosan-antibacteriano-funcion-201208131859.html
- Singer H; Muller S; Tixier C; Pillonel L (2002). «Triclosan: occurrence and fate of a widely used biocide in the aquatic environment: field measurements in wastewater treatment plants, surface waters, and lake sediments». Environ Sci Technol 36 (23): p. 4998–5004.